Me da mucho coraje no poder decir que el mundo es un asco. Porque no puedo. Porque, por ejemplo, hoy no lo es para ti.
Mi vida a veces es una puta mierda. Y los días como hoy, lo que más odio es estar viva.
Puedes decírselo a quien quieras, es un secreto. Nadie va a escucharte si dices mi nombre. Excepto la misma vida, que seguro que vendrá a regodearse a su gusto en mis horribles y dolorosas heridas.
No, hoy no tengo fuerzas ni para pronunciar las palabras clave. De hecho, si fuésemos al parque, te suplicaría que me echaras la birra por encima, y luego me prendieras fuego. Pero hay quien me quiere, así que mejor me quedo en casa. Ya.. como si alguna vez yo hubiera salido de estas cuatro paredes de mierda.
Es tanto el asco que yo misma me provoco hacia mí misma, que ni siquiera la soledad se atreve a dar un paso hacia mí. Mejor así, ya lo he dicho alguna vez, soy un virus. Y en estos momentos lo soy. Y M mataría a M en este preciso momento. Supongo que recordarlo es mi manera de provocarme más asco y echarme mierda encima.
Y ahora he apagado la luz. Pues ni la propia luz merece verme.
Evitaré los espejos, si aún quiero continuar con vida.
